Abraham Villavicencio

EL SENTIMIENTO INTERIOR


The soul

The spirit, which is the breath of life, had to be given a body of earthly mass to contain it and prevent it from flying away.

The four elements are present in the human body.

The temperature comes from fire, breath from air, bones from earth, and blood from water. Fire gives us sight, air gives us hearing, and earth gives us our ability to move. When these elements function properly in the body, they maintain health, but when they are out of balance, they weaken and can cause death.

Hildegard von Bingen (Holy Roman Empire [now Germany] 1098-1179), Causa et curae (Book of the Causes and Remedies of Diseases).


“...The signs and meanings of art in our culture must be reimagined to support women's representation, as traditional iconography undermines their intentions..”

Roszika Parker and Griselda Pollock, Old Masters. Women, Art, and Ideology, 1981/2021.

I open my eyes and look at the lights of the sky. I listen to the whisper of the wind and enjoy soft caresses, but sharp edges make me uncomfortable. I notice smells, both pleasant and repulsive, and taste a rainbow of flavors. When I close my eyes, the twilight of my eyelids is torn with the light from the lantern, bringing back memories. I hear a voice inside me— is it only one, two, ten, or a thousand? I recognize the movement of my beating heart and the tunnels through which the air feeds my body flows. I feel the perfume of joy and sadness and taste acid and bitter. I am: I perceive my body and recognize myself. I am not only my body; I am the polyphonic harmony, sometimes consonant and sometimes dissonant, of the voices with which I sing. I am my feelings, my passions, my pains, my words, and my silences. I am also my history: the story oscillates between memory and fantasy, between archaeology and mythology. Through it, I try to understand myself, explain myself, build myself, and love myself.

María Conejo’s proposal consists of thirteen oil paintings and a series of ink drawings offering a profound and intimate exploration of our emotions. The artworks depict an anatomical landscape, where each organ symbolizes a dwelling for small goddesses engaging in play, dance, and meditation. Through each brushstroke, the artist captures a connection to oneself, a rediscovery of the body, its sensations, pleasures, and pains. By immersing ourselves in María’s journey, we descend into the inner landscapes of our emotions. The soul’s anatomy is portrayed through the sternum, teeth, eyes, arteries, veins, and blood—these are sacred vessels from which all vital impulses emanate, resonating with the chords of human emotions. They are small worlds illuminated by the wonder of existence itself. Furthermore, the erotic anatomy presents pulsating organs transformed into sanctuaries of love, sexuality, and desire.

Drawing inspiration from ancient medical texts, alchemical treatises, astrological imagery, and spiritual symbols, María Conejo invites us to rediscover the sacredness of the physical body. In the past, the body was not just seen as a perfect machine of nature. Rediscovering the body means feeling it, listening to it, making it our own, transforming it, and reinventing it. Two colossal guardians represent the connection between the body and nature, holding wisdom passed down through the ages by healers, magicians, sorceresses, and herbalists. These women took care of the secrets of medicinal plants, the ability to recognize health or illness through bodily expressions, knowledge of the nutritional powers of food, and the magic of words, especially words of love. Evoking the skills of magician artists, María Conejo uses lines, colors, and lights to transmute emotions. From darkness comes light, chaos gives birth to the cosmos, and formlessness gives rise to art.

This exhibition serves as a portrait and a generous expression of openness where we uncover María’s mythology. It’s a painted biography where, much like following Buddha’s footprints, we trace her journey of self-discovery, self-construction, and self-expression. This journey has shaped her into a woman and a wise artist. As a creative, her name is associated with the Rabbit, a sign of the moon in astrology, which governs sensitivity, melancholy, and artistic gifts.


EL SENTIMIENTO INTERIOR

El alma

Al espíritu, que es el soplo de vida, había que hacerle un cuerpo de masa terrenal para contenerlo y evitar que se fuera volando.

Los cuatro elementos están presentes en el cuerpo humano

Del fuego se deriva la temperatura; del aire, el aliento; de la tierra, los huesos; del agua, la sangre. La vista proviene del fuego; el oído, del aire; su andar, de la tierra. Cuando los elementos trabajan apropiadamente en el cuerpo, lo preservan y le confieren salud; pero cuando lo hace impropiamente, lo debilitan y matan.

Hildegard von Bingen (Sacro Imperio Romano Germánico [hoy Alemania]) 1098-1179), Causa et curae (Libro de las causas y remedios de las enfermedades).

“…los propios signos y significados del arte en nuestra cultura han de romperse y transformarse porque la iconografía tradicional va contra los intentos de las mujeres de representarse a sí mismas.

Sus intenciones son desvirtuadas por los significados o connotaciones que esas iconografías conllevan.”

Roszika Parker y Griselda Pollock, Maestras antiguas. Mujeres, arte e ideología, 1981/2021


Abro los ojos: miro las luces del cielo, escucho el susurro del viento, disfruto de suaves caricias y me incomodan los bordes afilados, advierto olores gratos y repulsivos por igual, pruebo un arcoíris de sabores. Cierro los ojos: la penumbra de los párpados se rasga con la luz que nace de la linterna que trae consigo la memoria; escucho una voz en mi interior, ¿solo es una, son dos, son diez, son mil?; reconozco el movimiento de mi corazón palpitante y los túneles por donde surca el aire que alimenta mi organismo; siento el perfume de las alegrías y las tristezas me saben ácidas, amargas. Soy: percibo mi cuerpo, me reconozco. Soy: no solo soy cuerpo, soy la armonía polifónica, a veces consonante y en otras disonante, de las voces con que canto. Soy mis sentires, mis pasiones, mis dolores, mis palabras y mis silencios. Soy también mi historia: el relato que oscila entre el recuerdo y la fantasía, entre la arqueología y la mitología, mediante la que trato de comprenderme, de explicarme, de construirme y de amarme.

Trece lienzos pintados al óleo y un conjunto de dibujos a tinta conforman el territorio donde María Conejo propone un acercamiento profundo, íntimo, a los sentimientos que habitan en nuestros cuerpos. Las obras sugieren un paisaje anatómico, en el que cada órgano se convierte en morada simbólica de pequeñas diosas que juegan, danzan, meditan. Anatomía corporal: cada trazo plasmado representa un acto de compenetración, de escucha de sí, de redescubrimiento del cuerpo y de sus sentires, de sus placeres y dolencias. Mediante la exploración personal de la propia María, al visitar estos paisajes nos deslizamos por las húmedas laderas de nuestro mundo interior. Anatomía del alma: el esternón, los dientes, los ojos, arterias y venas, la sangre, son los vasos sagrados de donde emanan todo tipo de impulsos vitales; son las cajas resonantes en las que se amplifican los acordes del sentimiento humano; pequeños mundos iluminados por el prodigio mismo de la existencia. Anatomía erótica:  órganos palpitantes convertidos en santuarios del amor, de la sexualidad y del deseo.

Con base en libros médicos antiguos, tratados alquímicos, imágenes astrológicas y símbolos espirituales, María Conejo convoca a reencontrarse con la sacralidad carnal, material, del cuerpo que habitamos. Hubo un pasado donde el cuerpo no era sintetizado a la idea caduca de “la máquina más perfecta de la naturaleza”. Descubrir el cuerpo es sentirlo, escucharlo, hacerlo propio, transformarlo, reinventarlo. Dos guardianas colosales recuerdan la conexión del cuerpo con la naturaleza, sabiduría por siglos custodiada por curanderas, magas, hechiceras y galenas. Mujeres poseedoras de los secretos medicinales de las plantas, del arte de reconocer en las expresiones corporales la salud o la enfermedad, de los poderes nutricios de los alimentos y de la magia que resguardan las palabras, en especial, las palabras de amor. Evocando a las magas artistas, María Conejo hace de las líneas, de los colores y de las luces las sustancias que logran la transmutación de los afectos. De la oscuridad provino la luz, del caos nació el cosmos, de lo informe surge el arte.

Esta exposición es asimismo un retrato, un gesto generoso de apertura en la que descubrimos la mitología personal de María. Biografía pintada donde, como las huellas de Buda, recorremos el andar de su autodescubrimiento, de su autoconstrucción, de su autoenunciación. El camino que la han hecho mujer y artista sabia, que en su nombre como creativa lleva el Conejo, signo de la luna, cuerpo celeste que en astrología rige la sensibilidad, la melancolía y las dotes artísticas.

El sentimiento interior I, 2024

Oil on canvas

63 x 55.1 in

La mano creadora y el impulso creativo, 2024

Oil on canvas

63 x 55.1 in

El sentimiento interior II, 2024

Oil on canvas

63 x 55.1 in

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